¿Gestiono mis emociones o mi biologÃa me gestiona a mÃ?
Últimamente y con cada vez mayor frecuencia me encuentro con colegas profesionales, colaboradores, alumnos y amigos que se ven obligados a tomarse unos dÃas de descanso por tener que ser ingresados en un hospital o porque se encuentran con una baja en sus manos, producto del estrés y la ansiedad.
¿Qué nos está ocurriendo? Se supone que vivimos en una sociedad con, cada vez, mayor conocimiento y mayores adelantos cientÃficos y, sin embargo, el número de enfermos temporales o el cáncer se multiplica exponencialmente. Paradójico, ¿no creen?
Lo cierto es que las situaciones de tensión son muy frecuentes en nuestro llamado ‘primer mundo’. Y lo pongo entre comillas y en cursiva, porque no tengo del todo claro que vivamos en un primer mundo en todos los sentidos.
La crisis económica ha llevado a muchas personas a situaciones de desempleo y a cerrar empresas, los impagos, los exagerados procedimientos en las grandes organizaciones que requieren de dÃas para realizar cualquier pequeña cuestión, la violencia en las huelgas, la desmotivación generalizada… muchas malas noticias que nos obligan a vivir muy deprisa, sin pararnos a escucharnos y sin dar importancia a la estructura que nos soporta (nuestra biologÃa) y a nuestra salud. Y de repente, ¡ZAS!, nos encotramos ingresados en un hospital o con una baja en la mano.
Pienso en los padres de mi generación, que vivieron en la posguerra española o incluso en la guerra. No tenÃan nada y sin embargo sonreÃan y luchaban y estaban (en general) más sanos que nosotros. Y nos transmitÃan valores y tenÃan tiempo para disfrutar compartiendo conversaciones y comidas caseras con su entorno inmediato.
Supuestamente ahora tenemos más acceso a la cultura, Internet nos pasea por cualquier rincón del mundo, la ciencia ha avanzado extraordinariamente, etc., etc., etc…
Entonces, ¿por qué no estamos más sanos y somos más felices?
Cada vez más, incluso en los cÃrculos cientÃficos, se habla del origen emocional de la enfermedad. Hace unos dÃas estuve en una charla gratuita de un Doctor en BioquÃmica (Vincent Guillem) que me encantó por su nitidez y su sencillez y que hablaba de este tema. Desde sus investigaciones, Vincent afirma que hay muchas enfermedades que tienen un origen emocional. Por supuesto, no todas las enfermedades se originan por un conflicto emocional, pero lo cierto es que hay muchas que sà tienen ese orÃgen. Y lo curioso es que, en muchas ocasiones, resolviendo el conflicto, la enfermedad acaba remitiendo también.
En muchas ocasiones no lo percibimos, pero vivimos de una manera incoherente con nuestros propios valores y creencias. No nos paramos a pensar qué queremos hacer en nuestra vida, qué elegimos hacer, sino que permitimos que la propia vida nos vaya moviendo, a veces, por caminos por los que, si nos paráramos un momento a pensarlo, probablemente, decidirÃamos no pasar. ¿A alguno de ustedes les suena esto?
De repente (y, afortunadamente, también conozco a muchas personas que han llegado a ese punto, entre las cuales me incluyo), un dÃa la vida te da tal revolcón que te conduce una crisis estupenda y decides replantearte TODO.
Y al pararte en seco, eliges, decides qué es lo que quieres para ti, para tu entorno y para tu futuro. Y al pararte y elegir, comienzas a actuar, probablemente, en otra dirección. ¿Cuántas veces han oÃdo la frase: ‘no sé que le pasó, pero dio un giro de 180º a su vida’?
A mà me pasó. Y empecé a hacer Yoga y a ir una vez al mes al osteópata para que me pusiera la columna vertebral (el eje que soporta nuestro cuerpo) alineada y empecé a disfrutar más de las conversaciones con mi entorno cercano y, luego, descubrà el Coaching.
Llegué al Coaching sin tener mucha idea de lo que era y para qué servÃa. Por lo que habÃa oÃdo, intuÃa que tenÃa relación con mi forma actual de ver el mundo. Hice el Máster que organizamos y mi sorpresa fue que las expectativas fueron muy inferiores a todo lo que recibÃ. Los meses en los que realicé el Máster terminé de pulir cosas muy importantes en mi interior, hice un proceso, un proceso de alineación de mi vida y mis valores y creencias, deseché hábitos que no me hacÃan feliz y creé otros que me alimentan cada dÃa. Integré un montón de cosas (conocimientos, habilidades, actitudes) que pululaban de manera inconexa a mi alrededor y recuperé una tranquilidad que hacÃa años que no sentÃa. Hice un proceso de crecimiento personal en toda regla.
Y comencé a incluir la filosfÃa del Coaching en mi vida diaria, en cada pequeña cosa, tomando consciencia, responsabilizándome y eligiendo lo que quiero hacer en cada momento. Eso no significa que la vida sea una balsa de aceite y todo vaya bien en todos los momentos. Sigo teniendo problemas, conflictos, cuestiones que solucionar cada dÃa. Pero lo cierto es que el Coaching me ha resultado una de las mejores herramientas que he tenido a mi disposición en mi vida y que incluirlo como parte de mi dÃa a dÃa hace que yo gestione (casi siempre) mis emociones y le impido a mi biologÃa que me gestione a mÃ.
Y tú, ¿qué eliges hacer?
Estaré encantada, como siempre, de recibir vuestros comentarios y observaciones y comentarlos con vosotros en este espacio o por email.
Carolina Hernández
CHG Formación
Muy buen artÃculo. bravo por hacer llegar tu experiencia personal a los demas.